30 de diciembre de 2010

El Santo Rosario

Orígenes del rosario

El rosario comenzó a utilizarse en el catolicismo alrededor del año 800. En los monasterios se suelen recitar los 150 salmos en la Liturgia de las Horas, pero a los fieles que no eran sacerdotes ni monjes, al no poder seguir esta devoción (porque en su mayoría no sabía leer) se les enseñó una práctica más sencilla: la de recitar 150 avemarías. Esta devoción tomó el nombre de "el salterio de la Virgen".

Su popularidad y desarrollo se dio en el s. XIII, cuando surgió el movimiento albigense. Ante los enfrentamientos entre católicos romanos y albigenses, Domingo de Guzmán, fundador de la orden de los Predicadores (más conocidos como dominicos), parece haber promovido en sus misiones el rezo de una forma primitiva del rosario. Al ser los dominicos una orden de predicadores y estar siempre en medio del pueblo, su devoción se hizo popular, generando la aparición de cofradías y grupos de devotos por doquier, junto con relatos de milagros que acrecentaron su fama. Aunque la devoción decayó durante el siglo XIV, la orden de los Predicadores siguió fomentándola.

El beato Alano de la Rupe fue el encargado de hacerla resurgir, tarea seguida por Jacobo Sprenger, prior del convento de los dominicos en Colonia (Alemania). Para el siglo XVI ya estaba con su forma manejada hoy: Contemplación de los "misterios", Credo, Padre nuestro y Ave María como oraciones principales y las cuentas o granos como medio de llevar la oración.

Sobre el Avemaría es preciso señalar que la segunda mitad de la oración fue añadida a la primera en el siglo XIV, pero su uso se hizo universal cuando el papa Pío V promulgó el Breviario Romano y mandó que se rezase al principio de cada hora del Oficio Divino, después del Padre nuestro.

Fue la batalla de Lepanto la que causó que la Iglesia católica le diera una fiesta anual al rezo del rosario, ya que el papa Pío V atribuyó la victoria de los cristianos sobre los turcos a la intercesión de la Virgen María mediante el rezo del rosario. La fiesta fue instituida el 7 de octubre. Primero se la llamó "Nuestra Señora de las Victorias", pero el papa Gregorio XIII la cambió por la fiesta de "Nuestra Señora del Rosario".


Bienaventurada Virgen María del Santísimo Rosario.

Un fenómeno muy importante en torno a esta devoción fue el de los rosarios públicos o callejeros, que surgieron en Sevilla en 1690 y se extendieron muy pronto por España y sus colonias americanas. Eran cortejos precedidos por una cruz y que constaba de faroles de mano y asta para alumbrar los coros y estaban presididos por la insignia mariana denominada Simpecado. Fue la principal referencia de la devoción y en Sevilla llegó a haber en el siglo XVIII más de 150 cortejos que diariamente hacían su estación por las calles rezando y cantando las avemarías y los Misterios. Los domingos y festivos salían de madrugada o a la aurora. Al principio eran masculinos, pero ya en el primer tercio del XVIII aparecieron los primeros Rosarios de mujeres que salían los festivos por la tarde.

En Fátima (Portugal), en 1917, un grupo de niños alegó haber experimentado una aparición de la Virgen María, quien les habría revelado que cada vez que se reza un Ave María es como si se le ofreciera una rosa, de tal suerte que cada rosario completo sería una corona de rosas (concepto que había sido mencionado tiempo atrás por Luis María Grignion de Montfort en su obra Secreto admirable del Santo Rosario).


Nuestra Señora de Fátima.

El 16 de octubre de 2002, el papa Juan Pablo II promulgó la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae, en la que aprobó que se añadieran cinco nuevos Misterios al rosario, los misterios luminosos. La introducción de estos Misterios ha sido la única reforma sustancial en este rezo después de varios siglos.

Corona del rosario

La corona del rosario (o camándula, como se le conoce en algunos países) está formada por 50 cuentas en grupos de 10 (conocidos como "decenas"), con un grano más grueso entre cada década. Cinco cuentas más forman un colgante que une la cruz a las décadas mediante una medalla. Estas cinco cuentas pudieran simbolizar las Llagas de Cristo y se utilizan para las oraciones adicionales rezadas antes y/o después de los misterios. Se conocen rosarios de 150 cuentas que corresponden con su origen del salterio monacal. Para fabricar las cuentas se utilizaban semillas de caoba o incluso perlas reales, pero en la actualidad se fabrican de materiales artificiales. En el pasado eran comunes los rosarios hechos con huesos de olivo, algunos de los cuales se creía que eran fabricados con los olivos del huerto de Getsemaní.

Tradicionalmente se recitaban 15 decenas, número que fue aumentado a 20 con la inclusión en el año 2002 de los "misterios" luminosos. Cada una, como ya se mencionó anteriormente, corresponde a uno de los "misterios" de la Redención.

Al parecer procede del tasbih musulmán, introducido en Europa por los cruzados, que a su vez tiene su origen en la India. Una bula del papa Pío V, escrita en 1569, afirma que fue santo Domingo de Guzmán, el fundador de la Orden de Predicadores, quien introdujo el rosario en el mundo cristiano en el año 1221.

Formas de rezo

El Santo Rosario se reza comenzando por la Señal de la Cruz completa (los fieles se persignan):

LatínEspañol
Per Signum Crucis, de inimicis nostris liberanos, Deus noster. In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti. Amen.Por la Señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Es usual la preparación de la oración y meditación del rosario con una purificación espiritual inicial, rezando el acto de contricción y la alabanza a la Trinidad, el gloria. Se prosigue luego con los misterios del día. Cada misterio incluye la contemplación del misterio (unos segundos de silencio después de enunciarlo, para poder meditar sobre él mientras se ora), un padrenuestro, diez avemarías y un gloria. Después del gloria se reza, habitualmente, una oración pidiendo protección a Nuestra Señora, por ejemplo:
LatínEspañol
Maria, Mater Gratiae, Mater Misericordiae, defende nos ab inimicis nostris et protege nos, nunc et in hora mortis nostrae. Amen."María, Madre de Gracia, Madre de Misericordia: ...Defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén" (O, más actual,: "...En la vida y en la muerte, ampáranos gran Señora. Amén".
Se le atribuye a Nuestra Señora de Fátima la recomendación especial de recitar luego de cada gloria la jaculatoria:
¡Oh! Jesús mío, perdona nuestras culpas, presérvanos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas, y socorre especialmente a las más necesitadas de tu Misericordia.
Al terminar el quinto misterio se reza la doxología trinitaria: tres avemarías para proclamar la triple relación de María con la Santísima Trinidad. Lo habitual es añadir, tras las dos primeras palabras de cada avemaría las expresiones:
LatínEspañol
Filia Dei Patris.Hija de Dios Padre.
Mater Dei Filii.Madre de Dios Hijo.
Sponsa Dei Spiritus Sancti.Esposa de Dios Espíritu Santo.
En otras tradiciones hispánicas e hispanoamericanas, antes de comenzar cada avemaría, se entona una de las siguientes expresiones: «Virgen María antes del parto» (como hija de Dios Padre), «Virgen María durante el parto» (como madre milagrosa de Dios Hijo), «Virgen María después del parto» (como esposa de Dios Espiritu Santo).
Opcionalmente, aunque se sigue por tradición y es lo más habitual, se finaliza con la recitación de las letanías lauretanas, un trisagio y la entonación final de una Salve.
El trisagio final, antes de la Salve y después de las letanías, es una oración de preces, que se hacen sucesivamente «Por las necesidades de la Iglesia y del Estado», «Por el Papa, los obispos y resto del clero», «Por los fieles difuntos», e incluye el rezo de un padrenuestro, un avemaría y un gloria, salvo el último de los gloria, que se sustituye por la expresión Requiescant in pace. Amen 'Descansen en paz. Amén'.

Los Misterios del Santo Rosario

Gozosos
(Lunes y sábado)


La Anunciación del Ángel a María.
La visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel.
El nacimiento del Hijo de Dios.
La presentación de Jesús en el Templo.
El Niño Jesús es hallado en el Templo.
Luminosos
(Jueves)


El bautismo de Jesús en el río Jordán.
La autorrevelación en Las bodas de Caná.
El anuncio del Reino de Dios.
La Transfiguración de Jesús.
La institución de la Eucaristía.
Dolorosos
(Martes y viernes)


La oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní.
La flagelación del Señor.
La coronación de espinas.
Jesús con la Cruz a cuestas.
La Crucifixión y Muerte de Jesús.
Gloriosos
(Miércoles y domingo)


La resurrección del Señor.
La ascencion del Señor.
La venida del Espíritu Santo sobre la Virgen María y los apóstoles.
La Asunción de Nuestra Señora a los cielos.
La coronación de la Santísima Virgen como reina de todo lo creado.

Las Letanías lauretanas


Las letanías son una serie de alabanzas y súplicas ordenadas, repetidas y concordes entre sí, por las que se ruega a Dios y su madre Santa María. Etimológicamente la palabra letanía proviene del vocablo griego litanueo que significa súplica o rogativa.

Los orígenes de las letanías se remontan a los primeros siglos de la cristiandad. Las letanías eran súplicas dialogadas entre los sacerdotes y los fieles, y se rezaban sobre todo en las procesiones. Aunque al principio eran dirigidas sólo a Dios (en súplicas) se añadieron con el tiempo invocaciones a santos y sobre todo a la Virgen María (en intercesiones) usadas a partir del siglo VII.
Con el tiempo se han ido añadiendo más títulos a ellas.

En el libro "Directorio sobre la piedad popular y la liturgia. Principios y orientaciones" editado en el Vaticano en el año 2002 se define las Letanías así:
Entre las formas de oración a la Virgen, recomendadas por el Magisterio, están las Letanías. Consisten en una prolongada serie de invocaciones dirigidas a la Virgen, que, al sucederse una a otra de manera uniforme, crean un flujo de oración caracterizado por una insistente alabanza-súplica. (...) En los libros litúrgicos del Rito Romano hay dos formularios de letanías: Las Letanías lauretanas, por las que los Romanos Pontífices han mostrado siempre su estima; las Letanías para el rito de coronación de una imagen de la Virgen María, que en algunas ocasiones pueden constituir una alternativa válida al formulario lauretano.
León XIII recomendó concluir durante el mes de octubre (mes del Rosario) la recitación del Rosario con el canto de las Letanías lauretanas, con ello se pensó que las Letanías eran parte del rezo del Rosario, cuando en realidad son un acto de culto por sí mismas pudiendo ser usadas para rendir un homenaje a la Virgen sea en una procesión (como en su uso primitivo) o como parte de una celebración de la Palabra de Dios.




Letanías:


Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial,
ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo,
Dios Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, un solo Dios.
Santa María,
ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia
Madre de la Divina Gracia
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre virginal,
Madre sin mancha,
Madre Inmaculada
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del Buen Consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso de honor,
Vaso insigne de devoción,
Rosa mística
Torre de David
Torre de marfil,
Casa de oro
Arca de la Alianza
Puerta del Cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos
Refugio de los pecadores,
Consuelo de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los ángeles,
Reina de los patriarcas,
Reina de los profetas,
Reina de los apóstoles,
Reina de los mártires,
Reina de los confesores
Reina de las vírgenes,
Reina de todos los santos
Reina concebida sin pecado original
Reina asumpta al cielo,
Reina del Santísimo Rosario
Reina de la familia,
Reina de la paz
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Oración

Te rogamos nos concedas,
Señor Dios nuestro,
gozar de continua salud de alma y cuerpo,
y por la gloriosa intercesión
de la bienaventurada siempre Virgen María,
vernos libres de las tristezas de la vida presente
y disfrutar de las alegrías eternas.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.


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