14 de septiembre de 2011

14-S, ¿decisivo?

Prosiguiendo con el último artículo publicado en vistas a la reunión de mañana, 14 de septiembre, en Roma, sería interesante elaborar un pequeño ensayo en relación a la FSSPX y a Roma.
[Nota de J.V.: este artículo fue primeramente escrito el 13 de septiembre, pero no fue publicado debido a problemas técnicos. Por tanto contiene algunas notas aclaratorias y actualizadas.]

Ya he hablad anteriormente sobre las posiciones "pro" y "en contra" de la regularización del status de la Fraternidad. Si bien las posiciones en sí son variadas y no pretendo cristalizar estas corrientes por su evidente dinamismo, aún es útil conocer las distintas categorías y sus respectivos parámetros (o límites) para comprender -mejor- el panorama que se nos presentará y que -Dios mediante- evolucionará crecientemente mañana.

Por empezar, y como ya he anticipado, la reunión de mañana podría no concluir en una oferta romana [N: hoy sabemos que se ha producido], aunque sería lo más esperable. Se puede acceder a diferentes entrevistas a Mons. Fellay en los últimos días (meses) y se puede concluir al leerlas todas y elaborar un panorama general, que el obispo no irá tras algo (un acuerdo, arreglo) que no le convenza totalmente. Existen, como se conoce, toda clase de presiones provenientes de la misma FSSPX, sin duda de las corrientes más recalcitrantes de sus filas (que abarcan desde sedevacantistas, "anarquistas clericales", etc.), que si bien no son mayoría, se hacen sentir, sobretodo en el ámbito del cyber-espacio. También tenemos una visible oposición -ante cualquier tentativa- de lo que estos sectores denominan "acuerdismo" con Roma; aquí participa activamente parte del mismo clero de la FSSPX, cuyo mayor exponente es sin duda Mons. Williamson, quien por cierto no ha favorecido demasiado a la imagen de la FSSPX en el mundo (tanto en el plano religioso como secular), y muchas veces en forma completamente innecesaria. Sus exclusivos "comentarios Eléison" (que solamente puede leer una reducida lista de lectores) dan fiel prueba de ello y han sido causantes de no pocos roces con su(s) superiores, dado que su muy particular doxología no siempre se atiene a la línea oficial que mantiene la FSSPX, y que en la mayoría de los casos traspasa.

Parece ser opinión general (tanto de directamente involucrados a ajenos completos al tema) que la eventual oferta de Roma no debería incluir ningún tipo de condición para la regularización de la Fraternidad. Esta opinión se basa en la fragilidad y paralela retinencia que presenta la Sociedad Sacerdotal en su "diálogo" (con Roma), y sobre todo frente a cuestiones que podnrían a futuro en una situación de potencial riesgo la integridad de la misma. ¿Que qué significa? Que quieren asegurarse -comprensiblemente- de que no les hagan aceptar forzosamente el CV II una vez "re-integrados"; o que una vez fallecido el Superior General les sea nombrado un obispo ajeno al ambiente -como en su momento propuso Juan Pablo II- y que ello conlleve sucesivos cambios estructurales en la Fraternidad; o tantos otros elementos que puedan afectarla tal cual se erige hoy. Muchos concuerdan en que cualquiera de los puntos anteriores llevaría a una nueva ruptura -y posteriores excomuniones. Y así mismo concuerdan también en que Roma no volvería a repetir la historia de Mons. Lefebvre.

La posibilidad de la oferta de mañana (ya fuera una prelatura personal, un ordinariato, etc.) es muy real.
Nota: ya el vocero del Vaticano, R.P. Lombardi, ha anunciado que podría tratarse de una prelatura personal internacional; sin embargo hay medios como Vatican Insider que hablan de un ordinariato similar al de los ex-anglicanos. Al parecer Mons. Fellay -si acepta la oferta- deberá firmar un preámbulo de dos hojas, muy breve, con las respuestas a los problemas doctrinales (básicamente sobre la libertad religiosa, el ecumenismo y eclesiología), que sería imprescindible para el reposicionamiento jurídico de la Fraternidad.
Se había especulado con una oferta sin condiciones que sería ciertamente muy difícil de rechazar (más aún, sería un gesto torpe hacerlo); con las condiciones actuales, sin embargo, Mons. Fellay deberá analizar la oferta con sus dos asistentes y concluir en una respuesta. El no firmar este documento llevaría probablemente a un cisma (con excomuniones varias) pero evidentemente Roma no quiere caer en esto. Por eso la idea de una oferta incondicional era lo más plausible. El hecho de que se quiera una unión perfecta entre la FSSPX y Roma no significa que Roma no vaya a poner sus puntos... Y esos puntos no son más que los contenidos (por malos o buenos que sean) de un Concilio Ecuménico (universal). Que se produjera un cisma sería un duro revés para los intentos de unidad de la Iglesia, tanto con la FSSPX como con otros grupos y sociedades fuera de la Iglesia (anglicanos, luteranos, ortodoxos, etc.), y más aún para futuras "discusiones" como las que se han mantenido hasta hoy.

Que la oferta conllevara condiciones significaría obstáculos, dada la firmeza sostenida por la FSSPX en no "negociar" algunos puntos sobre la Tradición, el Magisterio, etc. Esto no malo -ni mucho menos-, dado que representa una férrea defensa a la Fe, lo cual desgraciadamente se ha perdido en algunos rincones de la Iglesia. Sabemos hoy que la oferta tiene ciertas condiciones, por así llamarlas. Al respecto se mnisfiesta el diario francés Le Figaro:
Le Figaro está en capacidad de revelar que la Santa Sede podría, por primera vez, admitir que estos puntos abordados por los “integristas” [N. de J.V.: entiéndase por los "lefebvristas"] no son considerados como “esenciales” a la fe católica hasta el punto de dejar fuera de la Iglesia a aquellos que no los admiten. Y que solo será mantenida como fundamental la comunión con la Santa Sede sobre la que se funda la fe católica desde hace veinte siglos, y no sobre la interpretación del último concilio a la fecha.
Con respecto al futuro mismo de la FSSPX, es posible atisbar que ante una eventual re-incorporación jurídica una parte -no se sabe aún la proporción- abandonará finalmente la Sociedad Sacerotal, y que lo seguirá una parte -considerable, según algunas fuentes internas- del laicado. Por supuesto que esta parte del laicado es la que ha estado operando desde hace tiempo en los ambientes de actividad laical de la FSSPX con el objetivo (aunque disimulado, algunas veces) de desplazar lentamente a los fieles que siempre han deseado una pronta plena comunión con Roma tras el "malentendido" de Lefebvre. Éstos, creo yo, son los que verdaderamente siguen el genuino pensamiento de Mons. Lefebvre (luego explicaré por qué).

El antedicho grupo de presión integrado por los sectores bajos (que tienen poco que ver con la primitiva comunidad laical desarrollada en torno a la FSSPX de Lefebvre) y contingentes sedevacantistas han montado un aparato proselitista por medio del cual se han conseguido modificar y tergiversar (o sacar fuera de contexto) los dichos y el pensamiento genuino de Mons. Lefebvre, quien es sin duda el principal "ideólogo" de la FSSPX. Toda esta tramoya ha llegado al punto de crear una base falaz sobre la que a su vez se ha instalado una plataforma de "lucha" (en el peor sentido de la palabra) que ha torcido y exacerbado el rumbo original de la misma FSSPX y Lefebvre, al punto de cambiar o negar disimuladamente puntos que Lefebvre sostenía. Esta toxicidad ha invadido en forma progresiva a la FSSPX (y a menudo con la complicidad de partes de su clero) y ha desplazado a la feligresía que se mantenía fiel al verdadero pensamiento de Mons Lefebvre, que deseaban y desean una regularización jurídica de la Fraternidad y que se escandalizaban por los dichos de estas nuevas oleadas de desertores, rebeldes y de no pocos herejoides (y negadores del Papa).
[Puede observarse sobre todo la pesada maquinaria blogger que han montado en Internet; también se refleja esta actividad en sitios de información como Infocatólica, en el cual hoy, ante la noticia de la oferta vaticana, el director del sitio (Luis Fernando Pérez Bustamante) debió "cerrar" los comentarios "ante la avalancha de mensajes injuriosos por parte de los que siempre hacen lo mismo cada vez que sale una noticia con esta temática". Y agrega, con razón: "No tenemos ni tiempo ni ganas de andar moderándolos. Os vais a vuestras webs a decir lo que os apetezca. Aquí, no."].

Este grupo "de presión" está desesperado ante una Roma y una FSSPX conciliatorias, que en definitiva son los mismos que llamaron "traidores" a aquellos que luego conformarían la Administración Apostólica S.J.M. Vianney, el Instituto del Buen Pastor, etc. La desesperación viene por la intransigencia de la línea oficial de la FSSPX que gracias a Dios está dispuesta a dialogar y a lograr la perfecta comunión con la Iglesia; esto mismo los hace desesperar ante el peligro de perder el último bastión al que consideran "rebelde" ante la Santa Sede y que puede cobijar a los partisanos del sedevacantismo y a otros elementos "anti-romanos".

Este eventual hueco que dejen los "fieles-infieles" deberá ser re-llenado por los católicos que han sido desplazados, verdaderos fieles, y por las nuevas generaciones que habiendo crecido fuera de la FSSPX buscan en ella un depósito de la fiel Tradición y Magisterio de la Fe (tal como ha dicho en algunas oportunidades Mons. Fellay). Éstos serán probablemente los del "grupo 2", de acuerdo a la clasificación que utilicé en el artículo anterior, y que representan en "núcelo duro" y futuro de la Iglesia católica.

Desde luego, como han apuntado algunos, la perspectiva de la FSSPX re-integrada perfectamente a la Iglesia plantea un panorama nada fácil, con la presión de los sectores más liberales y progresistas -tanto de la sociedad como de la Iglesia misma. Nadie ha dicho que sea fácil, pero sí se ha dicho que las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.

+Pax et Bonum+

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